Hoy son tres las cooperativas escolares funcionando en la ciudad. La particularidad es que las entidades se acompañan y los alumnos dan charlas para multiplicar la propuesta en otras escuelas.
El pionero fue el Instituto Secundario Pablo Pizzurno, que en el 2014 comenzó con la cooperativa escolar que lleva el nombre de la institución. En ese ámbito se impulsaron varios proyectos, uno de ellos es el kiosco saludable para el cual los alumnos elaboran alimentos. Realizan conservas, venden verduras frescas de la huerta escolar y están trabajando en un proyecto para poner en marcha una industria quesera.
También en el ámbito cooperativo se trabajan las necesidades que van apareciendo en el colegio, como limpiar y arreglar los bancos o dar charlas a los más pequeños sobre contenidos curriculares relacionados al sector de la economía social u otras, como alimentación saludable. Pero sin dudas uno de los proyectos más interesantes es el trabajo que la entidad realiza puertas afuera. “Salimos desde la escuela hacia otras para contar nuestra experiencia. El año pasado trabajamos junto a instituciones que querían armar su cooperativa”, detalla Beatriz Bramardo, docente que acompaña a los alumnos en su camino cooperativo...
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