General Paz 485 - Hernando - Córdoba - Argentina

Inculcar el deseo de aprender puede ser el mejor regalo que se le puede dar a un niño

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Charla de la exalumna Alba Cerutti


Falta muy poco para que nos reencontremos...feliz, agradecida y honrada por esta invitación.
Mi casa, mi lugar, mi colegio primario y secundario. Uno nunca se va de esos lugares, siempre estamos volviendo.
Mirando para ADELANTE y reconociendo el PASADO .

Gracias Pablo A. Pizzurno por la Invitación; feliz coincidencia con la FIESTA NACIONAL DEL MANI. 
A todos mis amigos/as, vecinos, docentes y comunidad toda de mi querido Hernando.

A mi amiga y colega Mercedes Torrado por haber hecho el nexo, también a Norma Riorda por su generosa participación y confianza. A cada uno de los que van abriendo este camino.
Especial mención a Mateo Palmeri porque desde el primer momento nos acompaña en la difusión de este reencuentro.
Con humildad y profundo respeto "allí estaremos".

Los abrazo.
Alba Cerutti


Recibimos al estudiante Tyresse Phillips de Canadá


DIMOS LA BIENVENIDA A LA SEGUNDA ETAPA DEL AÑO ESCOLAR CON UNA VISITA MUY ESPECIAL
Recibimos al estudiante Tyresse Phillips de Canadá, nieto de alguien muy cercano a nuestra institución, Hector Alberto Lovay Biglia.
Tyresse nos estará acompañando durante unos meses.

Bodas de Plata Promoción 1993 - Bodas de Oro Promoción 1968



"Disfrutar de los recuerdos es vivir dos veces"


- Bodas de Plata: Promoción 1993
- Bodas de Oro: Promoción 1968 

Invitamos a participar del acto que se realizará el SÁBADO 27 de OCTUBRE a las 20 horas en la sede de nuestro Instituto.

Lilia Lardone presenta "Vidas de mentira".


Lilia Lardone, exalumna de nuestro Instituto, nos invita a la presentación de su libro Vidas de mentira y otros relatos.
Dicha presentación estará a cargo de Carlos Schilling el día miércoles 6 de abril a las 19:00 horas en el Museo Superior de Bellas Artes Evita - Palacio Ferreyra, Córdoba, Argentina.
Gracias Lilia por hacernos partícipes de este evento que te tiene como protagonista.

Saludo Alba Cerutti - Promoción 1983

Queridos colegas, amigos y profesores:
Con mucha alegría y emoción recibí la invitación para los 25 años de mi promoción.
Para los que estamos lejos, esto del exilio voluntario (como yo le llamo) tiene costos muy altos, por ejemplo, no poder compartir a menudo todo lo que uno fue.
Lamentablemente no puedo viajar para esa fecha, hay razones personales y comerciales impostergables y una vez más el querer y el poder se separan.
Siempre llevo en mi corazón la magia de esa Escuela que me formó; en aquella época no se hablaba de esto, pero quizás el Instituto y su gente tenían (y siguen teniendo) un aura especial, energías que eran favorables y sobre todo el amor y el respeto que siempre sentimos como alumnos y personas.
Desde la distancia los abrazo, los estimulo para que sigan generando gente capaz y llena de valores y me sumo como una alumna más a este festejo que me dió alas y raíces al mismo tiempo.
Para los que estamos lejos y hemos tenido que abrirnos caminos en otros lugares, volver al Colegio es como sentirse en casa, no necesitás explicar quién sos, ni dónde estudiaste, ni quiénes son tus compañeros, sólo alcanza con decir tu nombre. Eso quizá es lo que más extrañé en todos estos años, en la Escuela sólo era Albita y alcanzaba.
Los quiero mucho, salud queridos profes, a los que están, a los que se fueron y a mis compañeros de ruta, mis amigos de 5to Año.

Espero poder compartir el año próximo otro festejo similar.
Alba Cerutti - ex alumna Promoción 1983

Un puñadito de alumnos

Me gustaría agradecer a Silvia Di Bert, por invitarme a participar en el blog. Y con ella, a toda la gente del Pizzurno que tan cálidamente me recibiera el año pasado (sobre todo, Jaquelin González).
Hace mucho que dejé Hernando pero no olvido al Instituto Pizzurno, ni a la gente que entre los años 1953 y 1955 –cuando cursé ahí 1º, 2º y 3º- trabajaba para que el puñadito de alumnos siguiera creciendo. La mayoría de nuestros profesores eran jóvenes, y detrás se movía un grupo de entusiastas mayores que creían que la educación trasciende límites, caminos de tierra, prejuicios, y que se esforzaban por consolidar la institución. El Pizzurno nació como un colegio mixto, innovador, y recuerdo que desde sus comienzos empezó a tener presencia en la vida cultural del pueblo.
Digo pueblo, y sé que Hernando es ciudad. Para mí siempre será, cariñosamente, agradecidamente, el pueblo donde crecí. Y donde creció mi inquietud por avanzar un poco más allá en el camino de la literatura.
Dejo en este blog una pequeña escena que siento muy vívida. Tiene que ver con mi profesión actual y también con lo recibido en la infancia. Me sería imposible escribir sin haber leído, y aquí cuento cómo me convertí en lectora.

La Odisea
En mi casa había pocos libros. Tampoco tenía una abuela que contara cuentos (y mi mamá pintaba, pero no contaba cuentos). En mi casa las palabras aparecían sólo para proponer comida, deberes, hábitos. A veces, en la escuela, escuchaba otras palabras. Por ejemplo las historias que salían del libro sobre el ahorro que el Maestro Argañaraz tenía sobre su escritorio, y que nos leía en voz alta de vez en cuando.
Un día, fue raro descubrir la Biblioteca a tres cuadras de mi casa. La Biblioteca siempre había estado ahí, pero yo no la había tenido en cuenta. Era una vieja Biblioteca Popular, con volúmenes tan encuadernados que parecían formar parte de la madera de los estantes. No sé por qué, pero ese día (habré tenido diez, once años), pasé por la esquina frente a la plaza y sentí que debía entrar. Empecé a recorrer las filas de libros haciendo crujir el piso de madera en medio del silencio, porque sólo estaba la bibliotecaria. Por suerte me dejó mirar sin decirme nada. No me recomendó algo “para mi edad”. No sugirió qué podía elegir. Y de pronto, en medio de una fila prolija y apretada, las letras doradas que decían La Odisea se me ofrecieron. Brillaron. Saqué el libro lleno de polvo, a lo mejor porque su título tenía que ver con algo que había oído en la escuela. Y me lo llevé a mi casa, ya que sin mayores trámites conseguí que me anotaran como socia: apenas si di mi nombre, y mi dirección, y dije quién era mi mamá. ¿Qué entendió esa nena de diez u once años que era yo, en un pueblo en medio de la pampa gringa, sobre la epopeya vivida en una lejanísima Grecia por incomprensibles seres de otros tiempos? Tal vez nada, o poco, o lo suficiente como para que esas palabras sedimentaran luego en una elección duradera. Esa nena se convirtió, allí mismo, en una lectora. Homero logró trasmitir, siglos después de haber escrito la obra y por vías tan sutiles como impalpables, su pasión, sus luchas, deseos, amor, búsquedas. Todo lo que esa nena sabría, mucho más tarde, que tiene que ver con la vida y también con los sueños.

Lilia Lardone (ex alumna)