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Pizzurno, un docente innovador

Pablo Pizzurno se recibió de maestro en 1882, y comenzó a ejercer el magisterio en la prestigiosa Escuela Normal de Profesores; dos años más tarde fue nombrado director en una escuela porteña, e integrado al año siguiente al Colegio Nacional de Buenos Aires. Se desempeñó en varias instituciones a la vez, creando una cátedra de pedagogía en la escuela de Subprefectos y Ayudantes, dictando conferencias y escribiendo sobre educación en varias publicaciones.

En 1887 lo nombraron director de la Escuela Superior de Buenos aires, y en 1889 enviado por el Consejo Nacional de Educación a la Exposición Internacional de París. Aprovechó el viaje para familiarizarse con las técnicas educativas empleadas en Europa. Al volver a Buenos Aires, revolucionó los métodos y teorías vigentes en ese momento, tras fundar el Instituto Nacional, un establecimiento modelo de enseñanza primaria, secundaria y especial, que constituyó un valioso aporte al progreso de la educación argentina. Pizzurno otorgó relevancia al trabajo manual, a la educación física, a las exposiciones escolares, a la ilustración de las clases, a las excursiones y a las audiciones musicales. Es decir, trató de provocar la participación interesada del alumno en las clases, brindándole una enseñanza integral con la seguridad de alcanzar mejores logros que con una mera instrucción.
En 1893 fundó la revista pedagógica “La Nueva Escuela”, que haría vehículo de sus planes de reforma; el Consejo Nacional de Educación admitió algunas, introduciendo por ejemplo la educación física como parte de la currícula ese mismo año. En 1897 se lo eligió para integrar la comisión de renovación de los programas de estudio de las escuelas porteñas, y en 1898 designado inspector de los colegios bajo administración nacional. En 1900 ocuparía el cargo de inspector general.
En 1902 presentó el conocido “Informe Pizzurno” al Ministerio de Instrucción Pública, detallando históricamente todos los planes y métodos de estudio aplicados en el país hasta esa fecha, y proponiendo una reforma global. Trabajaría con el Ministerio los 30 años siguientes, a la vez que continuaba su labor de inspector y se abocaba a la escritura y la docencia. De estos trabajos surgieron muchas de sus obras escritas: Pininos, un texto de lectura para escuelas primarias (1922); tres tomos de los Textos de lectura corriente; Consejos a los maestros (1906); La educación común en Buenos Aires (1910); El Instituto Superior Nacional de Educación Física (1914); El profesor secundario (1915); Vacíos de la educación primaria (1916); La escuela y el progreso social (1928); Educación General (1938), entre otras.
Pizzurno murió en 1940. Era considerado entonces, como en la actualidad, uno de los más destacados educadores del país, y un renovador de la enseñanza básica de la Argentina.

“...la educación ha de ser integral y ha de considerar al niño no solo como una personalidad individual respetabilísima, sino también como célula del organismo social”.
Pablo Pizzurno

Fuente: elmagafono.net